El Pais intervista il campione italiano della bugia

ENTREVISTA: ENTREVISTA Tommaso Debenedetti Autor de entrevistas falsas

“Me gusta ser el campeón italiano de la mentira”

MIGUEL MORA 06/06/2010

No solo eran premios Nobel de Literatura, escritores ilustres y autores de best sellers. También el Dalai Lama, Lech Walesa, Mijaíl Gorbachov, Elie Wiesel, Noam Chomsky y Joseph Ratzinger, poco antes de que empezara en 2005 el cónclave que le eligió Papa, fueron entrevistados por la imaginación de Tommaso Debenedetti.

La lista de falsas entrevistas del freelance italiano sigue creciendo. La oficina que hace el resumen de prensa del Parlamento ha colgado el archivo en la web, y ya va por 79 piezas, aunque no todas son entrevistas porque Debenedetti fue también durante unos meses vaticanista del desaparecido L’Independente.

En la lista se ve que una de sus últimas víctimas fue el dramaturgo Derek Walcott. Debenedetti lo presentó aterrorizado al otro lado del teléfono el día del terremoto de Haití. Poco después, Philip Roth descubría la gran impostura. La periodista de La Repubblica Paola Zanuttini le inquirió por su presunta pérdida de fe en Obama y Roth negó haber dicho eso, negó haber hablado con Libero y negó conocer a Debenedetti.

Ahora, el inventor de entrevistas ha decidido conceder una entrevista a este diario. Ya lo hizo antes con Malcom Pagani, reportero de Il Fatto Quotidiano. Entonces mantuvo la versión de que algunas entrevistas eran reales y que tenía incluso las cintas que lo probaban. Ahora, Debenedetti confiesa que todo era falso. O, más exactamente, un juego. “Mi idea era ser un periodista cultural serio y honrado, pero eso en Italia es imposible”, explica. “La información en este país está basada en la falsificación. Todo cuela mientras sea favorable a la línea editorial, mientras el que habla sea uno de los nuestros. Yo, simplemente, me presté a ese juego para poder publicar y lo jugué hasta el final para denunciar ese estado de cosas”.

Nacido en Roma en 1969, casado y padre de dos hijos, profesor de italiano y de historia en un instituto público de la capital, hijo y nieto de ilustres críticos literarios (Antonio y Giacomo), Debenedetti se declara “satisfecho” de la labor realizada. “Me gusta ser el campeón italiano de la mentira. Creo que he inventado un género nuevo y espero poder publicar nuevos falsos en mi web, y la colección en un libro. Por supuesto, con prólogo de Philip Roth”.

Tras citarnos en la ruidosa plaza de Barberini, Debenedetti llega puntual (aunque su reloj marca una hora menos) junto a su bebé de tres meses. Muestra un aplomo cordial e inteligente, va tocado con un kipá y se parece un poco al actor Roberto Benigni. Durante una hora, el impostor narra su verdad. Sin rencor, y con tanto humor como presencia de ánimo.

Pregunta. ¿Es usted periodista o no?

Respuesta. Estudié literatura e historia italiana, y luego empecé a trabajar como periodista freelance. Tengo carné de publicista (colaborador de prensa) desde 1998. El de periodista no lo pude sacar porque en Italia necesitas tener dos años seguidos contratado en un periódico. En 1994 empecé a escribir críticas y entrevistas con escritores italianos.

P. ¿Reales?

R. Absolutamente. Las hacía por teléfono y también en persona. Le hice una a la escritora Dacia Maraini y a otros autores locales. Luego sucedió una cosa: de repente entendí que algo no olía bien en la prensa italiana.

P. ¿Es decir?

R. Yo quería trabajar honestamente como redactor cultural, pero no había espacio. Iba a las conferencias de prensa, pero nadie me daba entrevistas. Ofrecía críticas y reseñas de actos, pero siempre me decían “eso ya lo cubrimos con nuestros redactores”. Así que cambié de método.

P. ¿Y empezó con los falsos?

R. La técnica consistía en dirigirse a los diarios pequeños de provincias. No pagaban mucho, pero compraban todo.

P. ¿Cuándo escribió el primero?

R. En el año 2000, creo que fue Gore Vidal. Era accesible, presentaba su libro Palimpsesto, habla italiano y vivía en Ravello, cerca de Nápoles… Me dije “la hago”, la hice, y salió en La Nazione (de Florencia), Il Giorno (de Milán) e Il Resto del Carlino (varias provincias).

P. ¿Pero la hizo de verdad?

R. No, Gore Vidal no recibía a cualquiera. Pero la entrevista gustó, y el jefe de cultura de La Nazione me dijo: “Ahora no podemos bajar de nivel”. Empecé a ofrecer a otros diarios. Il Mattino de Nápoles me compró varias. Me di cuenta de que lo que interesaba no era la cultura sino los grandes nombres, el espectáculo, las estrellas. No pagaban casi nada, pero yo quería escribir y no me importaba el dinero. Así que comencé a jugar. La verdad es que me divertí horrores durante esos diez años.

P. Viviendo esa vida de impostura…

R. Sí, era apasionante. Por la mañana era profesor, por la tarde hablaba con gente como Arthur Miller, Roth, Gorbachov o el Papa. Les hacía contar su vida entera y las piezas se publicaban, a veces ponían una llamada en primera página y eso satisfacía mi vanidad. Aunque me pagaran solo 30 euros o a veces nada, y jamás me dieran las gracias por mis exclusivas. Eso demuestra que era todo un juego. Todos sabían. Solo que actuaban como si no fueran invenciones: “Tenemos el scoop ?xclusiva? lo damos, y si nos descubren, no es culpa nuestra sino del freelance”.

P. ¿Así que los periódicos sabían que eran falsos?

R. Claro, pero el mecanismo les convenía. Todo el mundo sabe que los autores dan entrevistas para promocionar sus libros. Mis entrevistas iban más allá, eran casi siempre políticas. Les daba un sesgo de derechas. Me divertía y sabía que esos diarios pedían eso. “Estaría bien que hable mal de Obama”, “hazle hablar bien de Berlusconi”. Yo obedecía.

P. Algunos blogueros italianos dicen que urdió un complot político para Berlusconi, haciendo parecer de derechas a gente de izquierda.

R. La derecha tiene un gran complejo de inferioridad cultural, y a la vez se deslumbra ante los grandes nombres. Yo estoy contento de extender ese mensaje. Italia es un país de risa, entre el absurdo de Ionesco y los sueños de Calderón.

P. ¿Y Derek Walcott aterrorizado el día del terremoto de Haití?

R. ¿Quién podía pensar que era verdad? Un freelance italiano le llama a Santa Lucía, cuenta que ha sentido el temblor y se ha tenido que meter debajo de la mesa. Hablo del Homero del Caribe clamando por Haití?Ese día me llamaron de La Nazione y me dijeron “gracias, doctor Debenedetti, es la noticia del día”. Un periódico enano de provincias tiene esa exclusiva mundial?¿Y no les parece raro?

P. También engañó a diarios nacionales, como Libero?

R. Con La Repubblica, Il Corriere o La Stampa no probé porque sabía que no funcionaría. Ellos verifican, tienen la capacidad de hacerlo. Decidí probar con Libero por su fidelidad a Berlusconi. Llamé al jefe de Cultura para ofrecer a John Le Carré. El hombre hace sus llamadas ?ete a saber a quién?y me dice que sí. Se lo mando, y sale. Luego les vendo a Roth. Le Carré escribe de la guerra fría, de espías y cosas así; Roth es un hombre de izquierdas. Eso es un dilema para Libero. Pedirle que hable bien de Berlusconi es demasiado?Dijeron: “Hazle decir algo fuerte contra los Nobel, pero que no diga nada contra la línea del diario”.

P. Le hizo nueve entrevistas al escritor israelí Abraham Yeoshua y cinco a Roth. ¿Por qué eran sus favoritos?

R. Yeoshua porque Israel y Oriente Medio en Italia se vende muy bien. Y Roth porque me inventé su apoyo a Obama antes incluso de que se lo diera, cuando este aún no se había presentado a las primarias. Aquella la citó Il Messaggero. Así que pensé que no parecería raro que un tiempo después se mostrara desilusionado con Obama. De hecho, a nadie se lo pareció salvo a él mismo y a la periodista de La Repubblica que se lo preguntó.

P. Diez años de mitomanía son muchos. ¿Nadie se dio cuenta antes?

R. En 2006, antes de las elecciones, le hice decir a John Le Carré que habría votado a Berlusconi. La entrevista falsa fue citada por Il Corrierre, Le Carré se enfadó mucho y lo desmintió en The Guardian. La Repubblica se hizo eco pero nadie hizo caso. Fue un primer aviso, pero no pasó nada.

P. ¿No temía ser descubierto y demandado?

R. Yo me limitaba a seguir ese juego cómico y trágico a la vez. La falsificación y el sectarismo son los elementos básicos de la información italiana. Sobre todo en la prensa berlusconiana, pero no solo. Todo se construye sobre la base de Berlusconi. O eres amigo o enemigo. Las noticias, las entrevistas, las declaraciones y la censura se deciden con ese criterio. Es un sistema tendencioso que destaca por la ausencia de control. Si yo fuera un freelance español y llamara a esos diarios ofreciendo una entrevista con Almudena Grandes, la publicarían sin control.

P. Por cierto, ¿quiénes han sido sus víctimas latinoamericanas y españolas?

R. Hace unos años entrevisté a Mario Vargas Llosa, tras verlo en una conferencia en Roma, a Laura Pérez Esquivel y a Vázquez Montalbán. Esta está citada en un sitio sobre Andrea Camilleri porque le hice hablar muy bien sobre él. Cuando todo se destapó estaba a punto de hacer una gran entrevista a García Márquez renegando de Obama.

P. ¿Hizo todo esto por una especie de vendetta hacia su familia?

R. Usted habló de Freud en el artículo que escribió sobre mí. Puede que haya algo de eso, aunque creo que la relación con mi padre no ha influido. Él no me ayudó a convertirme en periodista (Antonio Debenedetti firma en Il Corriere della Sera), pero nuestra relación se rompió por motivos estrictamente familiares. Sé que está muy dolido y eso me disgusta porque le tengo afecto. Mi abuelo Giacomo siempre fue un modelo para mí, era mi gran referencia literaria. Me habría gustado ser como él. Quizá esto ha sido un modo freudiano de evitar la comparación. Pero también era la única forma de hacerlo siendo publicista. Era como hacerme un periódico yo solo, pero bajo los ojos de todos; hacía editoriales políticos con forma de entrevistas aunque muchas veces no reflejaban mis ideas; firmaba la crítica literaria que no me dejaban firmar?

P. ¿Cuáles fueron sus mejores golpes?

R. Me divirtió que una entrevista de 2003 con Naguib Mahfuz ?utor egipcio?fuera republicada por France Soir y varios diarios egipcios sin que nadie se diera cuenta. Me divirtió atribuir a los gatos de Banana Yoshimoto los nombres de mis gatos, Dada y Kiko. Me divirtió muchísimo entrevistar a Ratzinger poco antes del cónclave acertando que era papable, y que L’Independente publicara otra vez la pieza dos días después como “la última entrevista antes de convertirse en Papa”?

P. ¿Qué técnica usaba para imitar el lenguaje? ¿Leía libros, copiaba de otras entrevistas?

R. Leía los libros y trataba de captar su forma de expresión y su mundo?A veces metía detalles de ambiente, Coelho, Follet, Yashimoto, Walcott?

P. ¿Le duele que algunos escritores hayan dicho que no se reconocían en sus entrevistas?

R. Eso es lo que más me ha molestado. Y que Roth dijera que mi carrera ha terminado; lo sé, pero tampoco hace falta que lo diga él que es un escritor de fama mundial. Mi carrera en los diarios quizá ha terminado, pero mi trabajo no. Quizá escriba nuevas entrevistas con seudónimo en algún periódico de gran tirada?Y crearé una página web donde colgaré nuevos falsos. Creo que es un género nuevo y me gustaría publicar la colección en un libro. Por supuesto, con un prólogo de Roth, ya veremos si falso o verdadero. También me gustaría ir a ver a Hertha Müller, hacerle tres o cuatro preguntas y ver cómo reacciona la verdadera autora.

P. Algunos lectores de The New Yorker le acusan de que atribuir a gente como Günter Grass o Roth opiniones contrarias a Obama es un acto de violencia.

R. Me disgusta que digan eso. A Grass le hice decir cosas a favor de los inmigrantes, contra Berlusconi. No creo haber creado violencia nunca.

P. John Grisham ha anunciado que se querellará contra usted.

R. No sé nada de momento. Pueden hacer lo que quieran. Yo he sido transparente y no he sacado ninguna ventaja de esto. No me he enriquecido, jamás me preocupé de cobrar las piezas. Una vez mi madre me llamó diciéndome que había llegado el pago de La Nazione: 40 euros por tres entrevistas. Sigo siendo anónimo, o casi. En Italia casi nadie habla de mi caso porque supondría profundizar en la farsa de la información.

P. ¿Quiere aprovechar para pedir perdón a sus entrevistados?

R. Me gustaría encontrarme con ellos. A veces he fallado al reflejar sus pensamientos, ya fuera por prisa o incapacidad. Pido disculpas. He visto que Roth ha dicho que no le extrañaría que en Italia me conviertan en héroe. Me gustaría decirle una cosa: “Querido Roth, usted no conoce Italia”. Aquí solo se hace héroe a quien va con el viento, nunca al que critica el sistema o se divierte diciendo la verdad. Jamás seré un héroe, pero seguiré diciendo la verdad. Y sé bien que esto suena extraño viniendo de mí.

TRADOTTA PER IL NOSTRO BLOG DA GIUSY MASSIMO

Intervista: Intervista Tommaso Debenedetti autore di interviste false

“Mi piace essere il campione italiano della bugia”

Non sono stati soltanto premi Nobel per la Letteratura, scrittori illustri e autori di best seller. Anche il Dalai Lama, Lech Walesa, Mijaíl Gorbachov, Elie Wiesel, Noam Chomsky e Joseph Ratzinger, poco prima che iniziasse nel 2005 il conclave che l’avrebbe proclamato Papa, furono intervistati dall’immaginazione di Tommaso Debenedetti.

La lista delle false interviste del freelance italiano continua a crescere. L’ufficio di rassegna stampa del Parlamento ha pubblicato sul web il file e siamo già intorno ai 79 pezzi, nonostante non siano tutte interviste perchè Debenedetti per alcuni mesi è stato anche vaticanista dello scomparso “Indipendente”.

Nella lista si vede che una delle sue ultime vittime è stato il drammaturgo Derek Walcott. Debenedetti lo mostrò terrorizzato all’altro lato del telefono il giorno del terremoto di Haiti. Poco dopo Philip Roth scoprì il grande bluff. La giornalista de “La Repubblica” Paola Zanuttini gli chiese spiegazioni sulla sua presunta perdida di fiducia in Obama e Roth negò di aver affermato questo, negò di aver parlato con “Libero” e negò di conoscere Debenedetti.

Ora l’inventore dell’intervista ha deciso di concedere un’intervista a questo quotidiano. Lo aveva già fatto con Malcom Pagani, reporter de “Il Fatto Quotidiano”. Allora confermò la versione che alcune interviste erano vere e che era perfino in possesso delle registrazioni che lo provavano. Ora Debenedetti confessa che era tutto falso. O, più esattamente, un gioco. “La mia idea era quella di essere un giornalista culturale serio e onesto ma questo in Italia è impossibile”, spiega. “In questo paese l’informazione è basata sulla falsificazione. Finchè sia a favore della linea editoriale, finchè colui che parla sia uno dei nostri, tutto passa. Io mi prestai a questo gioco semplicemente per poter pubblicare e giocai fino alta fine per denunciare questo stato di cose.”

Nato a Roma nel 1969, sposato e con due figli, professore di Italiano e Storia in un istituto pubblico della capitale, figlio e nipote di illustri critici letterari (Antonio e Giacomo), Debenedetti si dichiara “soddisfatto” del lavoro realizzato. “Mi piace essere il campione italiano della bugia. Credo di aver inventato un nuovo genere e spero di poter pubblicare nuovi falsi sul mio sito internet, e la collezione in un libro. Ovviamente con la prefazione di Philip Roth”.

Dopo averci dato appuntamento nella rumorosa Piazza Barberini, Debenedetti arriva puntuale (nonostante il suo orologio segni un’ora in meno) insieme a suo figlio di 3 mesi. Mostra un aplomb cordiale e intelligente, un kippah poggiato sul capo, rassomiglia un po’ all’attore Roberto Benigni. In un’ora l’imbroglione narra la sua verità. Senza rancore e con tanto senso dell’humor.

Domanda: Lei è un giornalista o no?
Risposta: Ho studiato Letteratura e Storia Italiana, e poi ho cominciato a lavorare come giornalista freelance. Ho il tesserino di pubblicista (collaboratore di stampa) dal 1998. Quello di giornalista non posso prenderlo perchè in Italia devi aver lavorato con un regolare contratto per due anni di seguito per un giornale. Nel 1994 ho cominciato a scrivere critiche e interviste con scrittori italiani.

D. Reali?
R. Assolutamente. Le facevo per telefono e anche di persona. Ne feci una alla scrittrice Dacia Maraini e ad altri autori locali. Poi successe una cosa: improvvisamente capii che qualcosa puzzava nella stampa italiana.

D. Ovvero?
R. Io volevo lavorare onestamente come redattore culturale ma non avevo spazio. Andavo alle conferenze stampa ma nessuno mi concedeva interviste. Offrivo critiche e recensioni di manifestazioni teatrali ma mi dicevano sempre “questo lo copriamo già con i nostri redattori” . Così cambiai metodo.

D. E cominciò con i falsi?
R. La tecnica consisteva nel rivolgersi a piccoli quotidiani di provincia. Non pagavano tanto ma compravano tutto.

D. Quando scrisse il primo?
R. Nel 2000, credo fosse Gore Vidal. Era accessibile, presentava il suo libro “Palimpsesto”, parla italiano e viveva a Ravello, vicino Napoli … Mi dissi “la faccio”, la feci e uscì su “La Nazione” (di Firenze), “Il Giorno” (di Milano), e “Il Resto del Carlino” (varie province).

D. Ma la fece davvero?
R. No, Gore Vidal non riceveva chicchessia. Ma l’intervista piacque e il responsabile del settore culturale de “La Nazione” mi disse: “Ora non possiamo scendere di livello”. Cominciai a fare offerte ad altri quotidiani. “Il Mattino” di Napoli me ne comprò varie. Mi resi conto che ciò che interessava non era la cultura ma i grandi nomi, il mondo delle spettacolo, le star. Non pagavano quasi niente ma io volevo scrivere e non mi importava del denaro. Così cominciai a giocare. La verità è che mi sono divertito da morire durante questi dieci anni.

D. Vivendo questa vita di impostura?
R. Sì, era appassionante. La mattina ero professore, il pomeriggio parlavo con gente come Arthur Miller, Roth o il Papa. Gli facevo raccontare tutta la loro vita e i pezzi venivano pubblicati, a volte mettevano la notizia in prima pagina e questo soddisfaceva il mio senso di vanità. Nonostante mi pagassero 30 euro a pezzo o a volte nulla e non mi avessero mai ringraziato per le mie esclusive. Ciò dimostra che era solo un gioco. Tutti sapevano. Solo che si comportavano come se non fossero state invenzioni: “Abbiamo lo scoop? L’esclusiva? La diamo e se ci scoprono non è colpa nostra ma del freelance”.

D. Dunque i giornali sapevano che erano dei falsi?
R. Certo, ma il meccanismo gli conveniva. Tutti sanno che gli autori concedono interviste per promuovere i propri libri. Le mie interviste andavano oltre, erano quasi sempre politiche. Gli davo una piega a destra. Mi divertivo e sapevo che era questo che chiedevano quei quotidiani. “Sarebbe bene che parlasse male di Obama”, “fallo parlare bene di Berlusconi”. Io obbedivo.

D. Alcuni blogger italiani sostengono che ha ordito un complotto politico a favore di Berlusconi facendo sembrare di destra gente di sinistra.
R. La destra ha un grande complesso di inferiorità culturale e a volte si illude davanti a grandi nomi. Sono contento di diffondere questo messaggio. L’Italia è un paese che fa ridere, fra l’assurdo di Ionesco e i sogni di Calderón.

D. E Derek Walcott terrorizzato il giorno del terremoto di Haiti?
R. Chi poteva pensare che era la verità? Un freelance italiano lo chiama a Santa Lucía, lui racconta che ha sentito il tremore e che si è dovuto mettere sotto il tavolo. Parlo dell'”Omero” dei Caraibi che reclama Haiti. Quel giorno mi chiamarono da “La Nazione” e mi dissero “grazie, dottor Debenedetti, è la notizia del giorno”. Un giornale nano di provincia ha quest’esclusiva mondiale. E non le sembra strano?

D. Ha ingannato anche quotidiani nazionali come “Libero”?
R. Con “La Repubblica”, “Il Corriere” o “La Stampa” non ho provato perchè sapevo che non avrebbe funzionato. Loro verificano, hanno la capacità di farlo. Decisi di provare con “Libero” per la sua fedeltà a Berlusconi. Chiamai il responsabile del settore culturale per offrire John Le Carré. L’uomo fa le sue telefonate. Sapete a chi. E mi dice di sì. Glielo mando e esce. Poi gli vendo Roth. Le Carrè scrive di guerra fredda, di spie e cose così; Roth è un uomo di sinistra. Questo è un dilemma per “Libero”. Chiedergli di parlare bene di Berlusconi è troppo. Mi dissero “Fagli dire qualcosa di forte contro i Nobel ma che non dica nulla contro la linea del quotidiano”.

D. Ha fatto nove interviste allo scrittore israeliano Abraham Yeoshua e cinque a Roth. Perchè erano i suoi favoriti?
R. Yeoshua perchè Israele e Medio Oriente si vendono bene in Italia. E Roth perchè mi inventai il suo appoggio a Obama perfino prima che glielo desse, quando questi ancora non si era presentato alle primarie. Quella la citò “Il Messaggero”. Così pensai che non sarebbe parso strano che tempo dopo si fosse mostrato disilluso nei confronti di Obama. Infatti a nessuno lo sembrò se non a lui stesso e alla giornalista de “La Repubblica” che glielo chiese.

D. Dieci anni di mitomania sono tanti. Nessuno se ne accorse prima?
R. Nel 2006 prima delle elezioni feci dire a John Le Carré che avrebbe votato per Berlusconi. L’intervista falsa fu citata da “Il Corriere”, Le Carré si arrabbiò tantissimo e smentì tutto sul “The Guardian”. “La Repubblica” si fece eco dell’accaduto ma nessuno ci fece caso. Fu una prima avvisaglia ma non successe nulla.

D. Non aveva paura di essere scoperto e querelato?
R. Io mi limitavo a continuare questo gioco comico e tragico allo stesso tempo. La falsificazione e il settarismo sono gli elementi base dell’informazione italiana. Soprattutto nella stampa berlusconiana ma non solo. Tutto si costruisce in base a Berlusconi. O sei amico o sei nemico. Le notizie, le interviste, le dichiarazioni e la censura si decidono in base a questo criterio. E’ un sistema tendenzioso che si distingue per l’assenza di controllo. Se io fossi un freelance spagnolo e chiamassi questi quotidiani offrendo loro un’intervista ad Almudena Grandes, la pubblicherebbero senza alcun controllo.

D. A proposito, chi sono state le sue vittime latinoamericane e spagnole?
R. Qualche anno fa intervistai Mario Vargas Llosa dopo averlo visto ad una conferenza a Roma, poi Laura Pérez Esquivel e Vázquez Montalbán. Questi è citata in un sito su Andrea Camilleri perchè lo feci parlare molto bene di lui. Quando fu scoperto tutto ero sul punto di fare una grande intervista a García Márquez in cui rinnegava Obama.

D. Fece tutto questo per una specie di vendetta contro la sua famiglia?
R. Lei parlò di Freud nell’articolo che scrisse su di me. Può darsi ci sia qualcosa di questo anche se credo che la relazione con mio padre non abbia influito. Lui non mi ha aiutato a diventare giornalista (Antonio Debenedetti firma su “Il Corriere della Sera”) ma il nostro rapporto finì per motivi strettamente familiari. So che è molto addolorato e questo mi spiace per l’affetto che mi lega a lui. Mio nonno Giacomo è sempre stato un modello per me, era il mio grande riferimento letterario. Mi sarebbe piaciuto essere come lui. Forse questo è stato un modo freudiano per evitare il confronto. Ma era anche l’unico modo di farlo essendo pubblicista. Era come farmi un giornale da solo ma sotto gli occhi di tutti; facevo editoriali politici sotto forma di interviste nonostante molte volte non riflettessero le mie idee; firmavo la critica letteraria che non mi lasciavano firmare.

D. Quali furono i suoi migliori colpi di genio?
R. Mi divertì che un’intervista del 2003 a Naguib Mahfuz, un autore egiziano, fosse ripubblicata da “France Soir” e altri quotidiani egiziani senza che nessuno se ne accorgesse. Mi divertì attribuire ai gatti di Banana Yoshimoto i nomi dei miei gatti, Dada e Kiko. Mi divertì tantissimo intervistare Ratzinger poco prima del conclave indovinando il fatto che fosse papabile, e che “L’Indipendente” pubblicasse di nuovo il pezzo due giorni dopo come “l’ultima intervista prima di diventare Papa”.

D. Quale tecnica utilizzava per imitare il linguaggio? Leggeva i libri, copiava da altre interviste?
R. Leggevo i libri e cercavo di captare il loro modo di esprimersi e il loro mondo. A volte infilavo particolari sull’ambiente, Coelho, Follet, Yashimoto, Walkott.

D. Le dispiace che alcuni scrittori abbiano detto che non si riconoscevano nelle sue interviste?
R. Questo è ciò che mi ha dato più fastidio. E anche che Roth abbia detto che la mia carriera è terminata; lo so ma non c’è nemmeno bisogno che lo dica uno che è uno scrittore di fama mondiale. Forse la mia carriera nei quotidiani è finita ma il mio lavoro no. Forse scriverò con uno pseudonimo nuove interviste su qualche giornale di lunga tirata. E creerò una pagina web dove pubblicherò nuovi falsi. Credo che sia un genere nuovo e mi piacerebbe pubblicare la collezione in un libro. Certo, con una prefazione di Roth, vedremo se falsa o vera. Mi piacerebbe anche andare a trovare Hertha Müller, farle tre quattro domande e vedere come reagisce l’autrice vera.

D. Alcuni lettori del “The New York Times” La accusano del fatto che attribuire a gente come Günter Grass o Roth opinioni contrarie a Obama sia un atto di violenza.
R. Mi dispiace che dicano questo. A Grass feci dire cose a favore degli immigrati, contro Berlusconi. Non credo di aver fatto alcuna violenza.

D. John Grisham ha annunciato che sporgerà una querela contro di Lei.
R. Al momento non so nulla. Possono fare ciò che vogliono. Io sono stato trasparente e non ho tratto nessun vantaggio da tutta questa storia. Non mi sono arricchito, non ho mai pensato di guadagnare con i pezzi. Una volta mi chiamò mia madre e mi disse che era arrivato il pagamento da parte de “La Nazione”: 40 euro per tre interviste. Continuo a essere anonimo, o quasi. In Italia non parla nessuno del mio caso perchè ciò presupporrebbe approfondire la questione della farsa dell’informazione.

D. Vuole approfittare per chiedere perdono ai suoi intervistati?
R. Mi piacerebbe incontrarli. A volte ho fallito nel rispecchiare i loro pensieri, fosse per fretta o incapacità. Chiedo scusa. Ho visto che Roth ha detto che non si stupirebbe se in Italia mi trasformassero in eroe. Vorrei dirgli una cosa: “Caro Roth, Lei non conosce l’Italia”. Qui diventa eroe solo chi va col vento, mai chi critica il sistema o si diverte dicendo la verità. Non sarò mai un eroe ma continuerò a dire la verità. E so bene che, detto da me, può suonare strano.

3 Risposte to “El Pais intervista il campione italiano della bugia”

  1. Pat giugno 7, 2010 a 6:54 am #

    Queste cose le sappiamo da anni. Non nello specifico, anzi, un grazie per la traduzione, ma in generale sapevamo. Le conferme ultime: Feltri rovina la vita al direttore di Avvenire, per dirne solo una. Ora c’è un fiume di parole di una persona che ha concorso con i “soliti noti” a prendere per il culo tutti, rubare soldi (se voglio leggere cose inventate compero Eva3000) fingendo di vendere notizie…E una bella denuncia, no? Credo che sia reato pubblicare notizie false non solo sapendo che lo sono, ma chiedendo che lo siano nella maniera che conviene al padrone.

  2. ornella giugno 7, 2010 a 3:16 PM #

    ma l’ordine dei giornalisti, in tutto questo? no, perché per prendere i 100 euro annuali della tessera, chissà com’è, c’è stato, con questo cialtrone. ma per sanzionare, no?

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  1. El Paìs, Belpietro sputtanato anche in Spagna. Su “Libero”, liberi di mentire « Il Post Viola - giugno 6, 2010

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